sábado, 25 de octubre de 2008

:: Dios en el delirio[1]

Dra. Marité Colovini

Este trabajo es la fabricación del "Caso Marcial", correspondiente a la Presentación de enfermos realizada en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros, en el año 2001, en el marco del Seminario Enseñanzas de la psicosis. Escuela de Psicoanálisis SigmundFreud- Rosario

La forclusión y el nombre de Dios, El símbolo del padre. El goce del padre, su nombre y el nombre de Dios


Resumen:

Que la figura de Dios esté presente en un delirio es algo bastante común, no siendo necesario que la persona que delira haya creído en él, o haya sido un religioso practicante.
Habiéndome detenido en esta particularidad en el caso Marcial, me propuse pensar qué papel jugaba Dios en su delirio, comparándolo con el delirio de Schreber; pensar su valor en tanto figura del Padre en la cultura; precisar las diferencias entre la creencia en Dios en la neurosis y el llamado a Dios en la psicosis; para finalizar en un intento de esbozar la cuestión de Dios en la teorización freudiana y lacaniana, lo que me llevó, una vez más a interrogar la cuestión referida al padre, a su nombre y a su operatoria en la constitución del ser parlante.


1-Dios en el delirio de Marcial

Recorriendo el texto de la presentación, Marcial habla de Dios a partir de la página 8, cuando responde a la pregunta que lo incita a precisar el término “nosotros”.
Así, después de haber afirmado “cada uno somos un mundo aparte”, se incluye en la sociedad para comenzar a dar razones de “quienes somos”.
Es en este intento, llevado por la intención de ordenar a ese “nosotros que somos”, que invoca la Ley de Dios.

En la página siguiente, Dios aparece como” la raíz” que tenemos, y luego como Todopoderoso. También hace referencia a la subjetividad de Dios, donde el amor y la paciencia frenan su ira.

Continúa apelando a la Ley de Dios, mientras enuncia alguno de sus mandamientos:
1-El primer mandamiento dice querer a Dios con toda la fuerza de tu mente y tu corazón,
2-Y el segundo, querrás a tu prójimo como a ti mismo.
3-La discriminación está abolida por la Ley de Dios.
4-Si alguien merece un castigo hay que castigarlo
5-El poder no es para uno solo
6-No existe título de nobleza.
7-No quedará nada oculto y todo saldrá a la luz porque si no se está malversando la ley.

Qué mandan estos mandamientos? En cuanto a los dos primeros, los de la religión, mandan al amor; pero luego nos encontramos con las cuestiones que van a estructurar el delirio de Marcial: la discriminación, el castigo, el poder, el título y la malversación de la ley.

Otra referencia a la Ley de Dios está en la página 13, cuando dice que a consecuencia del castigo paterno no pudo ser militar: “Todo estaba escrito. Todo sucedió con el permiso de Dios”.

Prosigue relacionando el arrepentimiento con una oportunidad donada por Dios, para concluir “si no hay fe, se muere de arrepentimiento”.

Al relatar el apólogo de la mujer adúltera, se refiere a Jesucristo teniendo que probar su filiación.
Allí sitúa la muerte de Jesús, en tanto “no hubo esclarecimiento de los hechos”, pero situando a Jesús como quien sabe su destino.

En todo momento, aparecen dos leyes en su discurso, la ley de los hombres y la ley de Dios.
Dos leyes cuya diferencia consiste en la posibilidad de la transgresión. Es posible malversar la ley de los hombres, pero no lo es respecto de la ley de Dios. Del castigo divino es imposible escapar. El pecado se hace homólogo al delito.
Contrapone a la apología del delito y el crimen, su propia apología de la ley de Dios.

Según los desarrollos de Maleval en el texto “La lógica del delirio”, podemos pensar que Marcial estaría en el estadío P1, aquel que representa la tentativa de significantizar el goce del Otro. [2]
Maleval propone un nuevo análisis de la dinámica de las elaboraciones delirantes, apoyándose en las descripciones de la psiquiatría clásica, pero teniendo en cuneta la relación del sujeto al goce. Hace referencia al estudio por Lacan del texto de Schreber, quien indica una evolución específica del delirio del presidente, relacionando fundamentalmente la posición de Schreber en cuanto a la inversión, lo que constituye su mayor preocupación “En principio, objeto de horror para el sujeto....luego aceptado como un compromiso razonable , a partir de entonces, toma de posición irremisible y motivo futuro de una redención que concierne al universo.”

Digo entonces que el caso de la presentación nos presenta el segundo período en esta escala, ya que verdaderamente Marcial intenta, a partir de sus recursos significantes, construir una explicación para justificar lo que le ocurre. El mismo nos anuncia que “es muy complicado”. “es una historia muy larga”.

Creo que él mismo se da cuenta de que su tentativa no ha alcanzado su objetivo, de que no llega a plantear un sistema que con rigor lógico le proporcione la posibilidad de construir una metáfora delirante.

Lo que sí es evidente es su llamado a Dios, que como principio paterno[3], puede operar como fundamento para hacer llegar una completud al Otro. Y fundamentalmente a un Dios legislador, alguien que sostenga una ley potente; tal que haga de los “mundos apartes” un Nosotros. Una ley que le permita contarse entre otros y no quedar excluido, encerrado, en un exilio radical.
Una ley para civilizar el goce llevándolo al significante.

Ahora bien, de qué goce se trata?
Nos encontramos en la presentación con dos figuras del goce: la de los policías que no observan ninguna legalidad en su accionar, y la del padre sin fe, el que muere de arrepentimiento, el responsable del castigo que marca a Marcial con la pérdida de un ojo.
“Fragmento de verdad histórica” dice Pura Cancina en una de las reuniones de este seminario, refiriéndose a la escena del latigazo.

Nos dice Marcial: “Mi padre murió. Fue un arrepentimiento/repentimiento grande. Mi padre me castigó. Este ojo es un latigazo a los cinco años. El quería lo mejor para la sociedad. “

Cuando el Otro se encarna en una figura de padre gozador, al sujeto no se le presentan muchas alternativas: puede hacerse deshecho .
Y así parece que fue en al caso de este hombre, que no pudo llegar a cumplir con su deseo de ser militar, ya que según el Destino, “quizás cometería algún error muy grande en la naturaleza”.

Pierre Legendre[4] hace referencia a los fata del discurso de la tragedia griega: “nadie escapa al Destino” Nos recuerda, entonces que Edipo y sus padres están signados en la tragedia por los mismos fata que ellos conocen: el anuncio del parricidio. Plantea entonces la plena dimensión del Destino: el espacio genealógico. Citando a Séneca , define el Destino como la voluntad del Padre Soberano.

Ahora bien, al no haber “esclarecimiento de los hechos” y así, no pudiendo dar pruebas de su filiación, como Jesucristo, sólo le queda la marca del castigo en la actualidad:” Este ojo fue un latigazo a los cinco años”.
Dice Pura Cancina en la clase del 24/8/00: “este ojo no puede ser leído de una manera operante para el sujeto, con lo cual retorna en el delirio. Me refiero a que no es leído como marca de castración, sino de mutilación......En tanto no puede ser leído como letra, litoral entre el saber y el goce”.
En este sentido, creo que podemos leer aquí la manera en que la forclusión opera, no dejando en pie más que el goce del padre como depósito de un saber excluido. Si no hay lugar simbólico que sea sostenido por el padre queda lo peor de su goce imposible, por lo tanto real. [5]

Retorno entonces, el intento de Marcial de sostener una ley que pueda poner límites al goce que lo invade. Pero este es un intento destinado al fracaso, ya que esta Ley de Dios a la que apela, lo sitúa frente a un Dios que puede desencadenar su ira sobre los hombres enviando el “exterminio total”.Aquí parece que Marcial queda suspendido de la paciencia y el amor de Dios, lo único que puede frenar su enojo. “Por eso tenemos una gran complicación, estos son los últimos días del hombre en el mundo, los últimos días antes del exterminio total.”.

2-Dios en el delirio de Schreber

En principio, Dios aparece como “cómplice de Flesching, sino el primer inetigador del plan concretado con vistas a perpetuar en mí el asesinato de alma y entregar mi cuerpo en subasta como el de una puta femenina”.
Es decir, luego de la primera tentativa de significantizar el goce deslocalizado a través de darle un sentido a la intuición que postulaba “sería hermoso ser una mujer....”sentido relacionado con una persecución por el Profesor Flesching, queda preso de las iniciativas de éste, como perseguidor poderoso. Si esto no se hubiera modificado, habría quedado atrapado en una búsqueda paranoide sin salida.

La figura de Dios como cómplice, sino el principal instigador, le permite que la transformación en mujer pueda revelarse aceptable a partir del momento en que puede ser concebido como al servicio de los designios de Dios. Está búsqueda de un compromiso razonable, implica pasar por el sacrificio del que da testimonio la muerte del sujeto.

Identificado el goce del Otro en la figura de Dios, el sujeto queda en condiciones de hacerlo suyo. “ He inscripto en mis estandartes el culto de la femineidad”.
En este período, no deja de estar perseguido por las “almas examinadas” en especial las dos más malignas: el alma Flesching y el alma von W.
Es recién a partir de 1897, cuando ya no se siente perseguido, que puede consentir plenamente al goce del Otro.
El drama se transforma en motivo futuro de redención que interesa al universo: “al ser fecundado por medios divinos, será posible generar hombres nuevos hechos del espíritu Schreber”.

En 1901 afirma: “La certeza de mi conocimiento de Dios y de las cosas divinas es tan inquebrantable, que en el fondo me tiene del todo sin cuidado lo que piensan los demás acerca de la verdad o verosimilitud de mis ideas”.
Certeza que habla de haber logrado una comunión perfecta con Dios, con ese Otro del que espera poder cumplir su misión. Hacer relación, de la relación sexual que no puede escribirse.

Vemos que Schreber avanza mucho más que Marcial en la relación con Dios, quedándose Marcial en la función de legislación como límite al goce. .Para Schreber, Dios pasa a constituir su pareja, este Otro absoluto y radical al cual al consentir, puede hacer emerger para él una misión que le permitirá restaurar el orden del mundo. Metáfora delirante que viene a suplir la falla estructural de la forclusión del Nombre del Padre.

3-La función de la creencia. Creer en Dios o estar ciertos de Dios

En Freud, la función de la creencia va a estar articulada al trabajo del aparato psíquico para obtener el reencuentro del objeto en la realidad.
Poder encontrar el objeto en la realidad, es nada más que la posibilidad de una creencia.
Esta posibilidad va a depender de que se haya efectivamente realizado el rechazo originario que separa en el Complejo del semejante la Cosa.

En el Seminario “Los tiempos de subjetivación de la falta y las estructuras clínicas”, clase del 11/6/92 de Pura Cancina, encontramos trabajado el término freudiano Versageng des Glauben , habitualmente traducido como increencia, como ruptura de la promesa que implica la creencia.
Allí, a través de una lectura de los manuscritos K y H, Pura plantea una diferencia en cuanto a la cuestión de la increencia, situando que en cada uno, esta increencia va dirigida a distintos puntos del Otro..
Si en la neurosis obsesiva lo que se deniega es la creencia en el reproche, en la paranoia, no se forma ningún reproche, sino que el displacer que genera el recuerdo de la vivencia primaria es atribuido al prójimo, según el esquema psíquico de proyección, desconfianza, susceptibilidad hacia los otros, es el síntoma primario el formado, así se deniega creencia a un eventual reproche. En el Manuscrito H había planteado que lo que era descreído era el reproche. Aquí no se forma el reproche, porque lo que primero es descreído es ese retorno del displacer: cuando la vivencia se torna displacentera el displacer es atribuido al otro y ese otro queda marcado por la descreencia, por lo tanto el reproche queda marcado por la descreencia.
Señala entonces Pura que, allí lo que falta es uno de los polos que incluye la creencia, el entredos de los dos significantes: S1 y S2.
Lo que ocurre en este fenómeno de descreencia es que no queda la posibilidad de dialectizar al Otro, de jugar el entredos.
El planteo de Pura concluye situando a la represión primaria como equivalente a la constitución misma del sujeto, y sitúa a la ruptura de la promesa de la creencia como efecto de una “mala construcción”(que da como efecto un no construido) de la represión primaria, en tanto está marcada por esta falta de posibilidad de la estructura de la fe en la construcción del Otro. Afirma entonces, que el agujero que instaura lo simbólico como represión primaria, excede los límites de una subjetividad individual.

Creo que es importante, entonces, situar que el sujeto teniendo a su disposición este agujero, debe poder construir en torno a él, prosiguiendo el trabajo de simbolización del significante, para así ganarle parcelas a lo que, formando parte del símbolo, aún no ha llegado al estatuto de significante. De este modo, el significante se desprende de las mallas de lo real, y se deja en suspenso la realidad del referente.

Foulkes trabaja esta operación diferenciando la simbolización de la presencia-ausencia del objeto de la negativización simbólica de esa misma negativización. [6]
La primera incorporación de la realidad se hace sobre la base de símbolos que no dejan traza en la subjetividad del percipiens hasta que la inscripción significante de lo simbólico comienza a operarse y la represión primaria se impone.
En lo real, entonces, la palabra que hace signo, Vorstellung. En el inconsciente, el significante: Vorstellung-reprasentaz.
Siendo el significante aquello que representa a un sujeto para otro significante, debe desprenderse paulatinamente de lo real, con lo que se encuentra inicialmente pegoteado, proceso que se conoce como negativización simbólica.
Un símbolo, no supone forzosamente que esa negativización sea llevada a cabo .
En Freud, señala, es la mudanza interna de la Vorstellung en V-R por el juicio de existencia, que posibilita el reencuentro con el objeto.
Por lo tanto, no es sólo necesaria la pérdida de la inmediatez del objeto, sino la pérdida de toda referencia de esa representación a cualquier existente en la realidad.
Estaríamos entonces en la negatividad en lo representable mismo, aquello que configura su real, aquello que no podrá ser incorporado al símbolo, su invariable.

Yo agrego, siguiendo con mi argumentación, que es por la acción de la negativización simbólica, continuación del trabajo de la represión primaria en el sujeto, donde va a ser posible que se instituya la función de la creencia.

“La paranoia es una rebeldía desesperada contra el discurso siempre prometedor del Otro. Pero en sí , la paranoia es la personalidad, el sí mismo es paranoico en el apego de su certeza, reflejada en el nombre propio, acción, obra, trabajo, invento, amistad o familia en la que se haga manifiesta la carencia de la negativización simbólica en el sujeto.”[7]

Ahora bien, esta misma negativización, es la que hace la diferencia entre el Padre simbólico, el símbolo del Padre y el significante del Nombre del Padre.

Retomo entonces aquí preguntas planteadas en este seminario sobre la identificación primaria en la psicosis.
A la incorporación del padre, realizada en la identificación primaria, incorporación de la potencia fálica del padre, se le hace necesario contar con la existencia previa de una metáfora, antes de algún atributo perceptible del padre.
Falto de esta ambigüedad constituyente del significante, que puede garantizar la carencia simbólica en el Otro, y por ello mismo responder con este significante a cualquier falta imaginaria, lo percibido es como si no hubiera existido.
Es entonces que retomo la pregunta:¿ Si el padre de la ley es extraído del asesinato, pero no sin el padre real que parece precederlo, y siendo la incorporación la que funda el padre real y la amenaza de su goce sin fin, si el asesinato y la incorporación operan la inversión del padre animal del tótem en padre de la ley y del deseo que nombra los objetos del deseo y dirige las identificaciones: ¿se cumplen estas operaciones en la psicosis?

Creer en Dios. Nos aclara Lacan que la lengua francesa añade un reforzamiento al decir “creer allí”. “Creer allí es creer en unos seres en tanto que ellos pueden decir algo. .....cualquiera que viene a prestarnos un síntoma allí cree......Ocurre lo mismo con la mujer, para creer allí, uno la cree. Uno cree lo que ella dice, es lo que se llama el amor.......La diferencia es sin embargo manifiesta entre creer allí, en el síntoma o creerle. Es lo que hace la diferencia entre la neurosis y la psicosis”.[8]

Bien, podemos decir que en el delirio se evidencia que a Dios, el psicótico la/le cree. No “cree allí”, en el lugar vacío que puede ocupar Dios como Nombre del Padre. Le/la cree a Dios, está cierto de él, no duda. Es para él un ser que “es lo que es”. Una referencia absoluta.
Schreber en 1901 afirma: “La certeza de mi conocimiento de Dios y de las cosas divinas es tan inquebrantable que......”

Dios como nombre del padre efectivamente pronunciado, como Otro consistente, eterno, garante de la verdad y del sentido. Dimensión imaginaria del Todopoderoso, que no presenta ambigüedad ninguna. Dios que hace relación, que contiene la verdad Toda, un Dios completo.





4-Dios y el padre en el psicoanálisis


“Freud no cree en Dios, porque opera en su línea”[9]dice Lacan en RSI, anunciando su diferencia en cuanto a la religión...y a Freud.” Dios no es nada más que lo que hace que, a partir del lenguaje, no podría establecerse relación entre sexuados. Dios, él, no está en el lenguaje. Dios es la mujer vuelta Toda. Existe al menos uno que dice no a la función fálica, el Dios de la castración.[10]

Lacan se referirá a Dios en términos lógicos, no religiosos. Para él Dios existe. Es de lo real. Es inconsciente.
Quedando por fuera, sostiene y por existir, hará consistir. Existir, estar fuera, exclusión que será condición de toda consistencia posible.
Así, el Nombre del Padre no es ningún nombre, sino pura marca innombrable Tomando de la tradición judía el tetragrama YHVH, el nombre que no podría jamás ser pronunciado, en tanto no hay palabras para recubrir toda la naturaleza divina.

Esa pura marca imborrable, esa sustracción al decir, será génesis de todo decir. Dios como lo uverdrangt, exclusión del goce puro, negatividad que dará lugar a toda representación.

Según Norberto Rabinovich[11], el Nombre del Padre sitúa un tiempo lógico de la estructura, significante primordial, el primero que alcanza el sinsentido. La presencia primera del significante en lo real.
Ahora bien, este Dios, como lo reprimido primordial, queda identificado por Lacan al Uno, lo que hace la gran diferencia con Dios como el Otro del amor, el Otro no barrado, el Dios de la religión cristiana.

Si para Freud Dios es Padre, amparo y castigo, enteramente jugado en lo simbólico, objeto de nostalgia y anhelo incurable, Lacan agujerea la noción misma, al situar la respuesta de Dios a Moisés como “Yo soy lo que soy”, instalando una negatividad en cuanto a la palabra que pudiera identificarlo.

Entonces, el Nombre del Padre que puede anudar los tres del nudo borromeo, es en realidad un Nombre de Nombre de Nombre. Pasaje entonces del singular al plural de Los nombres del Padre.
El nombre del padre alude en primer término al padre que nombra, luego a aquel que se rehúsa a dar una respuesta a la pregunta por su nombre y también a aquel, que nombrado por la madre ocupa un lugar en la metáfora paterna.

Entonces, creer allí, en ese lugar de lo irrepresentable, de lo innominable, se revela equivalente a creer en el inconsciente, en la hiancia que lo funda, y que se nos revela en la práctica del análisis en sus retornos; y a considerar a la escritura como lazo posible para cercar, bordear, cernir su lógica.


Marité Colovini
10 de mayo de 2001






[1] Trabajo presentado en el Seminario: Enseñanzas de la psicosis. Escuela de Psicoanálisis Sigmund Freud. Rosario. 2001
[2]Períodos o estadíos del delirio según J. Maleval:
1. P0.incubación, malestar, inquietud, perplejidad, angustia extrema.. Estrechamente relacionado con perturbaciones hipocondríacas. Revelador de la carencia paterna fundamental: deslocalización del goce.
2. P1..Trabajo de movilización del significante para construir una explicación adecuada de lo que le ocurre. Llamado a una función paterna apta para moderar el goce deslocalizado. Forma paraoide. Tentativa de significantización del goce.
3. P2.Identificación del goce del Otro: o sea traslado del goce al significante. Recuperación de cierto fundamento que se convierte en organizador. Eco de la violencia operada por las iniciativas del Otro, perseguidores localizados. Padre como figura obscena del goce desenfrenado que atenta contra el orden del mundo. Pasajes al acto.
4. P3 Total acuerdo con la realidad que ha construido. Consentimiento al goce del Otro por la certeza de que gracias a haberlo experimentado ha llegado a la adquisición de un saber esencial. Figura todopoderosa paterna (puede ser portavoz o en carnación) megalomanía, construcciones más o menos fantásticas, desaparición de los perseguidores: parafrenia sistemática.
[3] Dice Pierre Legendre en su libro “El crimen del Cabo LortieSiglo XXI. 1994. México.Traducción de Federico Alvarez.
“Dios es el Nombre del Padre que en la cultura hace de Referencia Absoluta. Esta referencia, pasa a ser fundadora en cada cultura del espacio dogmático en el que se organiza lo prohibido. “”las grandes prohibiciones se fundan y despliegan sus efectos no sólo mediante enunciados jurídicos explícitos, sino más bien mediante formas y puestas en escena que tienen por característica desbordar la palabra. La teatralidad necesaria para el funcionamiento de la normatividad maneja lo inhablable, es decir, lo que la palabra no es capaz de decir”. La Referencia es el fundamento de donde surge la idea de paternidad. “
[4] -Legendre,Pierre(1989) El crimen del cabo Lortie. Siglo XXI, Madrid-México, 1996
[5] En “Encerrados afuera, la preclusión, un concepto lacaniano”,dice Solal Rabinovitch Ed. del Serbal.2000..Barcelona: “La división real simbólica en el seno mismo del Padre puede permitir precisar de qué forma opera la preclusión. Fracturando al Padre, la preclusión eyecta el costado simbólico del Padre y lo separa de su lado real. Que lo peor esté en el padre, que el gozar del padre sea éxtimo a su función simbólica es ciertamente el caso trivial; pero si falta la función simbólica sólo queda lo peor.”
[6]E. Foulkes. El saber de lo real. Nueva Visión 1993.Buenos Aires.
[7] Idem
[8] Jacques Lacan. Seminario RSI. (inédito) clase del 21-1-75
[9] Idem. Clase 17-12-74
[10] Idem
[11] Norberto Rabinovich. El Nombre del Padre. Articulación entre la letra, la ley y el goce. Homo Sapiens. 1998. Rosario.