sábado, 20 de septiembre de 2008

::ENTREVISTA A ISIDORO VEGH



Fuente: http://weblogs.clarin.com/cronicas/archives/2008/09/entrevista_con_un_freudiano.html



Entrevista con un freudiano



Isidoro Vegh es psicoanalista. Miembro fundador de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Dirigió, durante varios años, la revista Cuadernos Sigmund Freud. Es autor de los libros Matices del Psicoanálisis (Editorial Agalma, 1991), Hacia una clínica de lo real (Editorial Paidós, 1998), El prójimo, enlaces y desenlaces del goce (Editorial Paidós, 2001), Paso a pase con Lacan, el objeto y sus destinos (Letra Viva Editorial, 2003), Paso a pase con Lacan, el amor y sus razones (Letra Viva Editorial, 2004), Las intervenciones del analista, segunda edición (Editorial Agalma, 2004), El sujeto borgeano (Editorial Agalma, 2005), Las letras del análisis ¿Qué lee un psicoanalista? (Editorial Paidós, 2006), Lectura del Seminario L’étourdit (Editorial de la Escuela freudiana de Buenos Aires, 2007).

Isidoro Vegh ahora está conectado con CRÓNICAS ARGENTINAS, para responder algunas preguntas de nuestra serie: El Psicoanálisis.


Meneses: Constantemente, la figura de Freud es cuestionada por otras escuelas de la psicología. Sin embargo, sus seguidores se mantienen o aumentan. ¿Cómo explicas ésta vigencia?

Vegh: Freud descubrió a comienzos del siglo XX, allí donde la medicina hizo presente su fracaso, una respuesta al dolor y al sufrimiento de sus pacientes histéricas, esas que sufrían de parálisis, cegueras, angustias, dolores que, como decíamos, la medicina no podía solucionar. Si la figura de Freud, a pesar de ser cuestionada, sigue vigente, es porque responde a lo que el síntoma reclama. El psicoanálisis es una respuesta al dolor y al sufrimiento de cada uno de los que lo demandan.

Meneses: Desde que comenzó esta serie, varios comentaristas han escrito hablando contra el psicoanálisis y la gente que va a terapia. Leí en una entrevista que dijiste: “Sólo los dictadores le temen al psicoanálisis”. ¿Puedes profundizarnos esa idea?

Vegh: El síntoma, la angustia, las inhibiciones, los dolores de los que el sujeto acusa sufrimiento, son manifestaciones distintas que indican cuando el sujeto, el que padece, se encuentra sometido a algún mandato, a algo que desde el Otro le funciona como un virus. Un virus al que no puede interrogar, del que no puede hablar. Analizarse es aprender a interrogar eso que nos gobierna sin que nuestra conciencia lo sepa, pero que nuestro ser registra: el sufrimiento. Cuestionarlo, encontrarle una respuesta, obtiene lo mejor. Los dictadores no admiten preguntas. Sin hacer alusiones, conocemos presidentes que hacen reuniones de prensa y no admiten preguntas. No les gusta ser interrogados, menos cuestionados, y aún menos ser señalados en un error. En eso erran, porque todos los humanos nos equivocamos, precisamente porque somos humanos. Lo grave es reiterar el error. Cuando el error se duplica al cuadrado por no poderlo admitir, eso se llama necedad, y es lo que caracteriza a los dictadores. Por eso le tienen miedo al psicoanálisis.



Meneses: Por tu experiencia, para comenzar una terapia y que resulte ¿es necesario estar cruzando un período de angustia, una crisis?

Vegh: No diría tanto, pero indudablemente para que una terapia psicoanalítica comience, es necesario que haya una demanda, que alguien la requiera. ¿Y por qué razón alguien querría un encuentro con la verdad, si a nadie le gusta? Sólo se la soporta cuando no hay otro remedio, y esto, que no hay otro remedio, tómese literalmente. Entonces, en un cierto sentido, es cierto que sólo a partir del sufrimiento, del obstáculo, de lo que alguien no puede resolver por otros medios, es posible que una demanda de análisis sea consistente y anime, a quien la formula, a transitar los esfuerzos necesarios para vivir con algo más de felicidad.

Meneses: Una persona decidió ir a terapia. Entonces, llegó el momento de elegir a un buen analista. ¿Qué recomienda? Preguntar a los conocidos que hacen terapia, buscar en la lista de la pre-paga, llamar a los que hablan en la radio, ir al que dejó sus tarjetas en un ciber…

Vegh: La voy a responder con un leve desplazamiento. Cuando alguien que acude a mi consultorio me dice que antes de venirme a ver ya consultó a otros colegas y que está evaluando con quién analizarse, suelo decirle que eso me hace tener confianza en que esta persona que me consulta, de veras quiere analizarse. Sólo alguien que toma recaudos acerca de con quién va a compartir los vericuetos de su vida, me hace pensar en un buen pronóstico. Aquel que toma la lista de la prepaga y no se interesa mayormente por quién es aquel al que dirigirá su palabra, me hace pensar que toma de un modo banal, superficial, su vida y su sufrimiento.



Meneses: Algunos comentaristas han contado experiencias de terapias de más de 20 años, y otros hablan de sesiones de diván de una única terapia. ¿Una terapia tiene fecha de término? ¿Quién decide cuándo se termina?

Vegh: Cuando usted, señor periodista, decide estudiar inglés, ¿cuánto tiempo considera que hay que dedicarle? Depende: si usted quiere aprender inglés solamente para tratar con la empleada de la ventanilla de la aerolínea, o la persona que lo va a atender en el mostrador de un hotel de turismo, con poquito tiempo le es suficiente. Si su anhelo, en cambio, es conversar, dialogar con la gente de los países que va a visitar, necesitará un tiempo mayor. Si aún su anhelo no se conforma y usted pretende adentrarse en los vericuetos de la literatura de otros países y otras lenguas, será otro tiempo. El tiempo depende de lo que cada uno tenga como perspectiva y anhelo.

Meneses: En esta serie de CRÓNICAS ARGENTINAS estamos tratando de entender por qué en Argentina hay tantos psicoanalistas, tanta gente que va a terapia (y que lo dice muy abiertamente, sin ningún problema), tanta presencia de Freud ¿Puede darnos su interpretación a esto?

Vegh: Esto, sin duda, es un logro de la sociedad argentina. Y en principio, y me voy a incluir, por qué no, de los psicoanalistas. En nuestro país, que a veces parece el hijo bobo del hombre rico que despilfarra lo que tiene, donde tantas veces arruinamos nuestras propias posibilidades, por lo menos hay una de la que podemos alegrarnos. Efectivamente, el psicoanálisis que es parte de la cultura, tiene en nuestro país un lugar de desarrollo reconocido, también vanguardia en el mundo. Tenemos una práctica y una teoría del psicoanálisis realizada por colegas de distintas corrientes e instituciones que permite reconocer al psicoanálisis en la Argentina en un lugar de respeto en distintos ámbitos, por lo menos para mucha gente. Creo que es algo de lo que podemos estar orgullosos, valorarlo, y decir “qué suerte, por lo menos en esto no han podido con nosotros”. Se sostiene. Probablemente se sostiene porque, como dijimos antes, la práctica del psicoanálisis no funciona en acuerdo con ningún tipo de contubernio político, con ningún gobernante, es la esencia misma del análisis. Para que el análisis funcione, debe tener la libertad de poner a cielo abierto aquello que el síntoma presenta como palabra amordazada.


Nos despedimos a Isidoro Vegh, quedamos a la espera de algún próximo libro suyo, y terminamos con una pregunta:
¿Cuánto le debemos a Freud?